Ante los reiterados casos, que se están
observando, de “exceso en la legítima defensa”. Me siento en la necesidad de
expresar lo que pienso.
Mi humilde opinión tiene que ver
con la necesidad de remitirse a la fuente, a la raíz de la problemática a
efectos de encontrar una solución a esta crisis, que desde ya seguramente debe
tener connotaciones sociales.
Con hechos como estos (creo que no
podemos juzgar a la persona que reaccionó ya que habría que estar en su lugar
para saber lo que se siente), indudablemente estamos ante un retroceso de
nuestra sociedad, ya que el ciudadano indefenso está experimentando la
necesidad de la Justicia por mano propia ante la deserción del aparato
Judicial.
LA INOPERANCIA DEL PODER JUDICIAL Y DEL PODER POLÍTICO, para realizar
las reformas que son, a esta altura de Imperiosa Necesidad, transmiten la sensación
de ABANDONO DE PERSONA.
Si! mientras los máximos
responsables están enfrascados en sus luchas de intereses corporativos, LA
GENTE CLAMA JUSTICIA!!! Una justicia que, y lo vemos a diario, CREA JUZGADOS
SIN JUECES, UNA POLICÍA QUE EN VEZ DE TENER MAS PRESENCIA EN LAS CALLES VIGILA
BANCOS PRIVADOS O MINISTERIOS SIN PLATA. ¿Y LA INVESTIGACIÓN DE LAS CAUSAS? Un
juez tiene que leer cinco mil expedientes...un policía tiene que cumplir con su
horario de trabajo y después tiene que hacer adicionales ¿quién va a tener
ganas de investigar las causas que afectan a los anónimos y desguarnecidos
ciudadanos? salvo que por ventura algún medio se haga eco del echo y meta presión
en el atribulado juzgado!!! EN CONCLUSIÒN, DIFICILMENTE HAY JUSTICIA SI NO SE
IMPARTE JUSTICIA. "Todo tiene que ver con todo" (Anaxágoras)
A eso le agregaría el desaliento
que invade el espíritu de aquellos buenos policías que se sumaron a esa tarea
por vocación y con total honestidad pero ven que pasan varias cosas: 1) que los
ascensos y los cargos altos muchas veces no los ocupan tipos como ellos sino
los amigos del poder de turno; 2) que los delincuentes que ellos atrapan con
riesgo de su vida, a las 24 hs están en la calle y que aunque los detengan 100
veces, nuevamente salen a seguir delinquiendo; 3) que los delincuentes que
tienen ciertos contactos o vínculos son decididamente intocables; 4) que si por
desgracia deben enfrentarse a tiros con algún delincuente armado, los que van a
estar en la mira de las autoridades son los mismos policías.
En suma, imposible que ese policía
tenga algún aliciente para prestar sus servicios como corresponde.
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